Catch Me If You Can

Mauricio Saldaña
3 min readDec 5, 2024

--

Frank Abagnale Jr.

Toni Kroos resultó ser Frank Abagnale Jr. para el Real Madrid. ¿Qué hay de los demás? ¿Nos estafó? No, sino que nos dio versiones ajenas ‘aparentemente’ impropias de lo normal, tal vez. No lo sé, el fútbol es un ente contradictorio, sofisticado y simple al mismo tiempo. Lo presumible es indescifrable y lo ‘certero’ muchas veces tiene capas de maquillaje que se irán cayendo mediante avancen los minutos. Lo único que no parece mentir, como ha sido siempre, son las relaciones naturales de los jugadores que parecen desprenderse como un rompecabezas exacto.

La frialdad que tenía Kroos cuando alguien le acosaba para quitarle la pelota es la misma que comúnmente le hace falta a la comunidad que dictamina ‘verdades’ en el fútbol amparados por los resultados. Esos sí que son los verdaderos estafadores de este pequeño gran mundo. Hoy parece que todo es turbio en cuanto al juego del Madrid de Ancelotti, pero pocos nos dimos cuenta que esto iba a acontecer luego de la despedida del, quizá, mejor pasador de todos los que han jugado a este juego: técnica, sobriedad, inventiva, engaño, manejo del tempo, exactitud, elegancia, estética a kilómetros y todo al ritmo del mejor reloj suizo con agujas infranqueables. Digamos, el Federer del fútbol. Más o menos así, como siempre me ha parecido.

Ahora parece que el Real Madrid fuese una combinación entre la Francia del aburrimiento y la Inglaterra más insípida. No, no hubo un transplante de plantilla; son los mismos. El que no es el mismo es el juego del equipo. Ese sí que fue transplantado una vez que Kroos decidió no jugar más de forma profesional. Desde ese momento, el ‘pánico’ se adueñó del juego del equipo perdiendo la brújula para encontrar el mejor molde y la orilla necesaria que le hiciese descansar. Vamos a entrar al 2025 y a la orquesta le hace falta un director que gestione y dirija toda la puesta en escena para que cada personaje brille en lo suyo. No es una cuestión de resultados, nunca lo fue. A veces lo que parece lejano está a una tecla de acercarse.

Sin embargo, las muestras de juego del Real Madrid no escapan a lo que se presumía que pasaría aún con Kroos en la jugada. Tchouaméni no es ritmista, nunca lo fue, sino que es la cara visible de lo que llamo ‘pase obvio’. Bellingham padece el síndrome de la ‘bola alejada’ más que de la devolución de un pase (pared). Valverde es el comodín que ahora necesita más pulmones y martillos para tapar los huecos que se desnudan con las lesiones e inestabilidad del juego. Modrić alimenta las sensaciones positivas que necesitan encontrar jugadores como Vini, Rodrygo o Brahim, pero jugar cada 72 horas también cuesta. Ceballos siempre ha sido cómplice de las formas de Vini y Rodrygo, sobre todo, pero la presencia de los primeros parece alejarle del lugar que sanaría algunas heridas del juego. Arda Güler mantiene esa socioafectividad con Modrić, pero a veces es difícil que se encuentren con Camavinga, Vini, Rodrygo o Brahim. Es un largo etcétera, pero siempre me ha parecido más un tema de complementariedad, como es de lo que se trata este juego.

¿La culpa la tiene Kroos? Puede que sí por acostumbrarnos a niveles que solo un personaje ilustre y brillante nos puede ofrecer. Hoy el Madrid parece apurado en el ritmo y aburrido en la cadencia. Ni chicha ni limonada. Eso provoca que los ataques sean forzados, previsibles y atolondrados la mayoría de veces. La imposición técnica del swing y la improvisación se ha convertido en los movimientos esperados y los pases que rompen la regla de la sorpresa. Menos paredes, menos ‘toma y dame’, menos 1–2, menos llegadas sorpresivas, menos gambetas, menos sociedades complementarias y menos creatividad para gestar y atacar. Kroos debe trabajar para el FBI.

--

--

No responses yet